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El día que empecé a creer en los duendes

El día que empecé a creer en los duendes

¿Crees en los duendes? Si pregunto esto en la ciudad en la que vivo probablemente el 99% de las respuestas sean “No”; sin embargo, en un pueblo no muy lejano a la ciudad, existe un lugar que podría ser el refugio secreto de estos seres místicos.

Así es, esta bitácora empieza en la llegada a este pueblo, vengo manejando con Danny y venimos observando un detalle peculiar en las rocas que aparecen de vez en cuando a un costado de la carretera, estas son grandes, de aproximadamente 40 centímetros de altura y no son grises como la típica roca; estas son de colores: amarillas, rojas, verdes, azules, etc.

Al principio no le damos mucha importancia, nos parece algo curioso pero no nos llama tanto la atención como para investigar por qué hay rocas de colores.

Nos parece un lindo detalle y una manera interesante de decorar el lugar pero nada más, al final de cuentas siguen siendo rocas y, seamos honestos, nadie le presta atención a una roca……. En este momento que estoy escribiendo me estoy percatando que tal vez esa es la razón por la que son el hogar perfecto de……… ¡Espera! todavía no llegamos a esa parte.

Una vez en el hospedaje volvemos a notar que hay rocas de colores ubicadas aleatoriamente por todo el lugar, aún así no le damos mucha importancia, desde nuestro punto de vista es un detalle interesante para la decoración del lugar.

En Internet hay mucha información sobre qué visitar, qué hacer y qué comer en este pueblo, incluso nosotros tenemos una guía para visitar este lugar (puedes verla aquí)

Lo que no dice Internet es que aquí los locales esconden algo, el misticismo se siente en los mercados, algo se susurra la gente de este lugar, algo saben y no lo comparten siempre.

Estamos en el mercado del centro del pueblo, paseamos y visitamos diferentes locales para descubrir artesanías únicas, me encuentro viendo un puesto que vende figuras, algo así como muñecos, al parecer son figuras que simulan a los duendes.

Una señora se acerca y le pregunta a la vendedora algo sobre los poderes de uno de los “duendes” a la venta y sobre las características de este, rápidamente me doy cuenta y la curiosidad me invade así que decido preguntar de qué se trata o cómo funciona el tema de los muñecos.

-Hola, disculpa la intromisión y la ignorancia, veo qué preguntas algo sobre el muñeco y me llamó la atención porque no soy de por aquí. ¿Me podrías explicar de qué se trata o porqué estas preguntando sobre las características del muñeco?

Algo apenadas, primero se voltean a ver en silencio como decidiendo si vale la pena explicarlo o no, recuerdo que el tiempo de espera fue de varios segundos porque la incomodidad fue bastante.

Volteo a ver a la vendedora y mirándola espero que ella me de una respuesta pero lo único que recibo es silencio, entonces responde la señora que había preguntado por el duende

“Los duendes tiene poderes, a veces traen suerte o cumplen deseos, uno debe cuidarlos y encargarse de ellos para que nos recompensen con algo, aquí en este pueblo algunos creemos en estas criaturas”

No fueron sus palabras exactas pero fue lo que interpreté.

En este lugar el tema de los duendes es más serio de lo que uno creería y por eso, este es el único lugar en el que existe el museo del duende, un lugar que explica a estos seres fantásticos y resguarda las evidencias de la existencia de estos.

Obviamente decidimos visitar este museo. Un lugar pequeño con buena ambientación, duendes por aquí duendes por allá. Cuando entras a la primera sala, que nos dio la impresión de ser una iglesia de duendes, es cuando te la empiezas a creer; aquí nos dieron la primera plática en la que nos explicaron el origen del museo y la razón de crearlo.

Durante la plática de iniciación se pregunta si alguien ha visto o ha tenido una experiencia con duendes, en nuestro caso hubo un señor que dijo que sí pero no quiso platicar su experiencia por pena.

Debo reconocer que noté la pena que le daba, pues la gente del pueblo sabe que muchas veces son juzgados por sus vivencias o experiencias con estos seres mágicos. Desde mi punto de vista sucede algo parecido a platicar sobre un tema de alienígenas, muchas personas no quieren hablar sus experiencias por miedo a ser juzgados.

Esto sólo me confirmo que las personas realmente creen en estos seres pero no siempre quieren compartirlo por miedo a la crítica social.

En este museo descubrimos que los duendes viven debajo de las rocas o al menos eso se cree, esa es la razón por la que uno puede encontrar rocas pintadas por todo el pueblo. También, vimos diferentes cuadros y explicaciones sobre el pasatiempo favorito de los duendes: jugar en las crines y colas de los caballos y, sí se sienten muy traviesos hasta en el pelo de las personas. ¡Ah caray! ¿y de eso cómo hay evidencia?

Bueno, en la segunda o tercera sala hay diferentes cuadros con fotos e incluso pelo de caballo, con pequeños nudos que simulan una trenza. Y hasta hay una que otra foto de personas con cabello largo que, al salir del museo, encontraron una trenza en su cabello que no tenían al ingresar. Lástima que los dos traemos el cabello corto, ¿será que podrían hacernos una trenza? Una nube de misticismo me rodea, ¿será que al salir de aquí Danny podría tener un mechón de cabello con demasiados nudos? Debo admitirlo, estaría increíble si así fuera. Mientras tanto, seguimos el recorrido por el museo.

Independientemente de lo que ofrece el museo y de lo que puedes encontrar hubo otra cosa que me impresionó y fue descubrir que cuando no encuentras la cartera, las llaves del coche o pierdes tus calcetines mientras duermes no es porque seas distraído sino porque un duende te está haciendo travesuras.

Definitivamente yo llevo cargando al duende más travieso del planeta y su juego favorito es esconderme la cartera y quitarle los calcetines a Danny mientras duerme.

Sé lo que muchos van a pensar ¡Puras patrañas! puede ser que sí o puede ser que no. La realidad es que cuando uno se da cuenta de cómo los locales tienen una fuerte creencia en estas criaturas fantásticas uno se empieza a preguntar ¿Y si realmente existen?

Al final concluimos que no somos creyentes al 100% de los duendes pero si dejamos a la duda la existencia de estas criaturas y es que se los digo en serio, después de visitar el museo, la siguiente vez que pierdan sus llaves, su cartera o sus calcetines créanme que lo primero que van a pensar es

¡Un duende!

Escrita por Héctor M.

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